20 de noviembre de 2025
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El Baile del Dragón y el Águila: Testimonios de la amistad sino-mexicana

  • Dan Luka Ordaz Mireles: “Sería increíble conocer la Gran Muralla China, siempre me ha parecido algo extraordinario, como un dragón de piedra que recorre montañas y valles”
  • Alonso Coronado: “Estudiar en China me cambió por completo. Ha sido la mejor época de mi vida”

Irma Villa

La tarde del 30 de octubre de 2025, llegué a las instalaciones de la Embajada de China en México para cubrir la Ceremonia de Premiación del concurso «Mi historia con China». Al entrar al recinto percibí una atmósfera inusual, sin el bullicio disperso de otros eventos, cada persona ocupaba el lugar exacto: las autoridades, encabezadas por el señor Chen Daojiang, flanqueadas por jóvenes diplomáticos de amplia sonrisa; los ganadores, con esa felicidad contenida que ilumina el rostro, rodeados de sus familias; y los periodistas, testigos futuros de lo que allí, en ese instante preciso, se estaba efectuando. Era una composición tan armónica que rozaba lo surreal, un fragmento de mundo ideal capturado en el tiempo.

A las 14:30 horas, con la puntualidad característica china, comenzó el acto. No hubo teléfonos celulares que robaran miradas, ni conversaciones susurradas. Todos los sentidos se volcaron en la figura del embajador, Chen Daojiang, cuya voz serena, tanto como su persona, imponían respeto. “Aunque China y México están separados por un vasto océano,” comenzó, “los pueblos de ambos países se comprenden y se conocen mutuamente.” Sus palabras evocaban la estela de la ‘Nao de China’, hace quinientos años, y hablaban de un “lienzo de amistad” que, montaña a montaña, mar a mar, ambos pueblos han bordado juntos con “innumerables historias conmovedoras. Haciendo que el grandioso capítulo del baile del dragón y el águila brille con aún más esplendor”, como quedó plasmado en cada relato presentado en el concurso, donde la amistad es un hilo esencial en esta trama compartida.

Chen Daojiang:“los pueblos de ambos países se comprenden y se conocen mutuamente»

El Embajador enfatizó que la relación bilateral es cada vez más estratégica, complementaria y beneficiosa, considerando a México y China como buenos amigos y socios verdaderos. Además, expresó su deseo de que los participantes sigan compartiendo, a su manera, las historias de China y de la amistad entre ambas naciones, con el fin de que cada vez más mexicanos conozcan mejor al país asiático y que las leyendas de fraternidad se sigan difundiendo con más fuerza y alcance.

Tras sus palabras, llegó el turno de conocer los sentimientos y objetivos de los admiradores de China. Uno a uno, fueron llamados al frente para recibir su regalo: un diploma y algunos objetos de la tecnología china. Con edades y líneas de conocimiento diversos, los discursos vertidos dieron cuenta del porqué admiran a China.

El primero fue Dan Luka Ordaz Mireles, de once años, originario de Zacatecas. Habló con una seriedad sobre el esfuerzo, la responsabilidad y un sueño que comenzó a los cinco años, alimentado por las fotografías de un primo. “Para mí China combina una historia milenaria con una mirada hacia el futuro,” confesó, y sus ojos brillaron al mencionar Shenzhen, ese “centro mundial de tecnología” que pronto pisará.  “Me emociona pensar que en diciembre podré conocer Shenzhen, una ciudad moderna, centro mundial de tecnología; es asombroso pensar que estaré ahí, representando a mi país con orgullo y donde conoceré a niños que, como yo, aman las matemáticas. Sería increíble conocer la Gran Muralla China, siempre me ha parecido algo extraordinario, como un dragón de piedra que recorre montañas y valles, aunque sé que estaré al sur del país, y que viajar hacia la muralla, allá en el norte, será casi imposible, pero me emociona pensar que estaré en el mismo país donde comienza esa gran historia que une al pasado con el presente”. Concluyó con una frase de su mamá: “hasta las veces que pierdes ganas”, en un intento de motivar a los de su generación para no rendirse ante las derrotas.

“Sería increíble conocer la Gran Muralla China, siempre me ha parecido algo extraordinario, como un dragón de piedra que recorre montañas y valles”

Llegó el turno de Frida Quetzalli García Lins, estudiante de chino. Declaró que su amor nació de las culturas antiguas, de descifrar códices mexicanos y encontrar un eco, un espejo lejano, en la civilización china. “Me empecé a involucrar en esa cultura,” relató, “y me encantó.” Para ella, el concurso fue el cauce para expresar esa admiración que, como un río subterráneo, ya recorría su interior.

Después, la voz de Alonso Coronado trajo la madurez de quien ha vivido una transformación. Habló de su época de estudio en China no como un simple recuerdo, sino como un renacimiento. “Me permitió abrir mis horizontes,” afirmó, pero el detalle más elocuente, el que pintaba de un solo trazo un mundo diferente, fue la bicicleta. “La dejaba en el estacionamiento sin candado y ahí permanecía.” Ese simple acto de confianza, casi mítico en su sencillez, delineó para siempre su camino: hoy, diez años después, es intérprete y traductor, un puente humano entre ambas lenguas. Recordó cómo el pueblo chino le abrió no solo las puertas de su casa, sino las de su corazón.

“Estudiar en China me cambió por completo. Ha sido la mejor época de mi vida”

Para contextualizar, es importante mencionar que este certamen tiene como objetivo fundamental promover el intercambio y las sólidas relaciones entre ambas naciones. Busca recopilar las vivencias de mexicanos que, desde distintos ángulos —la gobernanza, la belleza, la educación o el periodismo— han forjado un vínculo profundo con China, convirtiéndose en testigos y contribuyentes activos de la relación sino-mexicana.

Al final, los asistentes disfrutaron de bebidas y bocadillos. Se tomaron fotos y conversaban sobre el asombro que provoca China. Mi mirada se concentró en la mesa donde había libros de obsequio. Ahí estaban algunos de los niños ganadores, disfrutaban de frituras de camarón e intercambiaban, con naturalidad y profundidad, comentarios relacionados con literatura china. Verlos unidos me llevó a pensar que existe una realidad prometedora entre mexicanos y chinos.