20 de junio de 2025
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Mi sueño chino

Irma Villa Ortiz

Fotos: Moisés Domínguez

La curiosidad por China nació en mi clase de Ciencias Sociales. Tenía 13 años, cursaba segundo grado de secundaria, y la maestra Evangelina hablaba con entusiasmo —a veces hasta con admiración— sobre «los comunistas chinos». Decía que eran disciplinados, que trabajaban sin descanso y hasta mencionaba, exagerando, que «todos vestían de blanco». No lo decía desde el desprecio, sino para motivarnos: quería que nosotros, sus alumnos, fuéramos tan dedicados como ellos.

El pueblo se ubica en el inicio del norte del estado de Veracruz; su nombre rinde homenaje al piloto aviador y héroe nacional, conocido como el “Lindbergh de México”

Corría 1983. Mi querido Emilio Carranza, comunidad del municipio de Vega de Alatorre, solo tenía dos secundarias: una pública y otra particular. Irónicamente, aunque mi familia no tenía recursos, estudié en la privada, la ESPI No. 28. Mientras tanto, al otro lado del mundo, la República Popular China iniciaba su despegue económico bajo el liderazgo de Deng Xiaoping, el «pequeño timonel» que buscaba modernizar a su país tras los años turbulentos de la Revolución Cultural.

En esa época, el «sueño chino» aún no existía como concepto, pero el cambio ya estaba en ciernes. Las ciudades comenzaban a transformarse (1), aunque la pobreza rural seguía siendo abrumadora. Deng no solo quería desarrollo interno; también anhelaba restaurar el orgullo nacional tras un siglo de humillaciones por parte de potencias occidentales. Un hito clave fue la negociación con Margaret Thatcher en 1984 para la devolución de Hong Kong, que finalmente se concretó en 1997, convirtiéndose en una Región Administrativa Especial (2). Un triunfo del «socialismo con características chinas».

Iglesia «Santa Bárbara» en honor a la Patrona del pueblo
Lateral del edificio donde funcionaba la ESPI No. 28
Carranza es conocido por sus amplias calles, entre otros aspectos

Mientras China daba esos pasos gigantes, en mi pueblo ­—ubicado al norte de Veracruz—, la maestra Evangelina Aldana hablaba de geopolítica como si hubiera vivido en Beijing. No sé si mis compañeros la recuerden, pero yo sí. Su clase fue mi ventana al mundo: gracias a ella descubrí figuras como Sun Yat-sen, el hombre que puso los cimientos para conformar la primera República China; también a Deng Xiaoping, el visionario que tomó lo mejor de Mao Zedong y puso en práctica lo aprendido en Moscú para mejorar las condiciones de vida de su gente; Deng tiene una frase célebre que en estos tiempos, en México, respecto a su relación con China, debería considerar, decía: “no importa si el gato es blanco o negro, lo importante es que sea bueno para cazar ratones”. Por eso le agradezco a mi querida maestra que incluyera en su programa académico lo que sabía sobre China: sembró en mí la semilla de mi propio «sueño chino».

En el inmueble de la primaria «Justo Sierra», en el turno vespertino, funcionaba la Escuela Secundaria Particular Incorporada número 28, mejor conocida como la ESPI No.28

Fuentes:

Sobre las reformas económicas de Deng: «Deng Xiaoping and the Transformation of China» (Ezra F. Vogel, 2011).

Acuerdo de Hong Kong: «The Hong Kong Basic Law» (Documentos oficiales del gobierno chino, 1990).