27 de julio de 2024
Opinión

Japen

Irma Villa

Hoy dedico unas líneas a Argentina. El país del cono sur americano que siempre tiene buenos escritores; tal es el caso de Eugenia Ratcliffe, autora de una novela breve y de ágil lectura, en la que profundiza el sentir femenino después de una separación amorosa: Japen.

Trata con solvencia la influencia de las redes sociales en la cotidianidad de las personas, el deseo de querer siempre estar en ellas así como en el WhatsApp y otras aplicaciones, entre estas Happn. «Un menú de personas que te dice dónde, cuándo te las cruzaste y a cuántos kilómetros están. Si te gusta alguna, le das corazón. Y, si hay coincidencia, hay Crush».

Esta novela fue galardonada con el Premio a Primera Novela Sergio Galindo, que entrega la Editorial de la Universidad Veracruzana, en el año 2019. El último antes de que llegara la pandemia causada por el SARS-CoV-2.

Está dividida en dos partes. Les narro brevemente de qué van cada una. Si les gusta, compartan. Gracias.

Primera parte. Sexo hoy, sexo por la noche, por la tarde, por la mañana, no importa con quién; si tiene la pija chica, gorda, grande, chueca, derecha, “normal”; lo que le hace volver un poco a la realidad es que Macri ya es presidente de la Argentina y también se está cogiendo a todos, sumiéndolos en un desierto que va más allá de lo económico. La protagonista va flotando. Es RUGE, ha terminado una relación de casi una década y quiere ejercer su libertad. Pronto tendrá 30 años.

Nada importa lo que Mechi, su amiga y confidente, le diga; incluso, hay un momento en que cree que la juzga. Tampoco escucha a su hermana mayor. De vez en cuando la voz que le aparece es la del subconsciente, ésa que le recuerda los momentos que vivió al lado del único hombre que había conocido, el primer amor, el inolvidable, al que regresa después de haberse tirado a los Happns que localizó a través de esta aplicación homónima.

RUGE clasifica a sus presas, crea sus reglas de ligue. Indica que todo, aun las aventuras, deben cumplir con cierto orden. Esto lo comprobó con Happn 5: “un aburrido total además de raro”. Y luego con Happn Jasband, el sexto en su lista, que está tan solo como ella, pero que tiene un pequeño de dos años, que busca una relación que ella no le puede dar, porque es un Happn; es decir, solo un ser que aparece para fornicar y ya, no para hablar de amor, de familia.

Vivimos como lo dicta el modelo económico: ¡nada es más importante que el capitalismo! La sociedad vuelve a las personas en robots, la vida está en las redes sociales, ahí exponemos nuestras sonrisas, nuestros logros económicos, los viajes, los títulos.

El cómo te sientes, hacia dónde va tu corazón, el fundirse con otro para amar, eso quedó atrás.

Por ello la protagonista de esta novela sufre, porque le cuesta irse de los lugares, de las personas de las cosas. Se siente anciana por ser así. Ella quiere ser liberal, estudiar cine.

“Me lo hago a mí misma. Lo que te hice a vos ahora me toca. Por eso busco situaciones de rechazo. Para castigarme. Teníamos todo y, como pensaba que podía haber más, la jodí.

Que quizás ya estábamos muy cómodos, muy simbiotizados. Que tal vez era mejor separarnos, te dije, sin poder siquiera mirarte. Esa noche, no opusiste resistencia como otras. Juntaste unas pocas cosas, tus llaves, algún par de zapatillas. Acariciaste a Diler”.

Segunda parte. El vacío es más profundo. Los espectadores también somos importantes, necesitamos aplaudir, admirar. “—Gracias. Deseame suerte. —No necesitás. Vos brillás con luz propia —sonríe.” Era necesario tocar fondo. Fue a ver al happn que tal vez habría amado, a Rocker, pero éste eyaculó y se durmió.

El escape de sí misma. Llegó al pueblo de San Antonio de los Baños, en Cuba. Sin Internet.

“Es de noche.

En el campo minado encuentro

a la mujer que sobrevivió a la selva”.

Fin.